viernes, 5 de noviembre de 2010
LOS MIL ROSTROS DEL AMOR
Yo lo conocí robando un pimpollo en mi jardín. Y compartió nuestra mesa en brindis, risas y alegría. Era feliz. Fuimos felices. Eligió acallar las demandas de su corazón y se marchó, dejándonos las mariposas de sus sueños, que retornan cada tanto en invierno o primavera, sin posarse a descansar. Nos une un cariño sencillo y colmado de nostalgias.
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qué lindo mamá! siempre el cariño tiene revoloteo de nostalgias, lamentablemente.
ResponderEliminarle digo yo, desde aquí, revoloteando...