sábado, 4 de septiembre de 2010

IN MEMORIAN

Cristóbal descansa en el lugar de los justos. El Reino prometido ha abierto sus puertas el 16 de julio para recibirlo. Y él, liberado de su encarnadura sufriente, ha sido iluminado por la Luz que no tiene fin.
Padre bueno.
Padre carpintero.
Padre amable y amado.
Padre sencillo y honesto, de mirada franca con transparencias de niño. Del niño que atesoró en su alma la frescura y la inocencia para ser el hombre bueno, sin malicias. El que gozaba de las pequeñas cosas y sabía disfrutar del encuentro cotidiano. El de la mano tendida y la mesa amplia. El del vino compartido y la risa sana.
Padre santo. El que recibió con fe inconmensurable los aguijones del dolor por las ausencias amadas y las ingratitudes. Ahora disfruta del encuentro gozoso con los que le precedieron, que fueron muchos, por que el Señor lo gratificó con larga y productiva vida. Vida plena que entregó en servicios a la comunidad desde su querida Municipalidad a los 18 años, cuando egresó de la "Escuela de Artes y Oficios" con su título de Carpintero. Retirado del trajín diario, siguió ofrendando amor a su familia, a sus hijos y a sus nietos tan amados.
Hoy en la casa ha comenzado a florecer el jardín. Los naranjos nevados de azahares
y los jazmines azules están extrañando su presencia y sus halagos. Cuánto amaba ese perfume que envuelve todos los ámbitos, anunciando la llegada de la Primavera.
Quizá para eludir el dolor de la despedida, prefirió partir entre la gélida nevisca del día más frío. Así era él. Renunciaba a todo si con ello evitaba un dolor o una afrenta,
Padre amado, padre carpintero. Hoy, otros perfumes me traen su presencia. Es el del cedro, del resinoso pino spruce, del palo santo. Cuántos recuerdos me envuelven y emocionan. Me incitan a tener más fortaleza y más esperanza. Por que en su humilde y perfumado taller aprendí desde niña que el trabajo dignifica, que enriquece el alma por muy humilde que sea. Y hoy sabemos que son valores a preservar desde el ámbito de nuestras ocupaciones.
Mi padre descansa sin dolor ni temores.Ya nadie podrá privarle del aire ni hurtarle sus monedas.Él sólo espera que llegue el momento de reunirnos todos en la mesa que comparte junto a la Madre del Valle, a quien invocó en postrer oración, y al Señor de la Vida, que vive y reina por los siglos de los siglos.

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