domingo, 31 de enero de 2010

LA MADRE

A María Margarita Alvarez de Reyes, mi madre

Era sólo corazón
(diría sin cuerpo),
que ofrendaba
sin recelos su caudal
de ternuras y de mieles.
Fecundo manantial donde abrevaban
las golondrinas
que abandonó el verano.
Tibio nido que nutría
y apaciguaba ausencias.
En navidades,
hacía brotar estrellas
en el erial de las miradas.
El otoño no atemperó su genio.
En su refugio de rezos
abogaba aún por el impío,
y por la indolente ingratitud
del tiempo.

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Madre.....cuánto daría por verte
y volver a ser niña.
Despegada de la aflicción
y de la meta

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