sábado, 26 de junio de 2010

SIMPLE HISTORIA DE UN PEQUEÑO LEON

Había una vez un circo pobre. Tan pobre era, que la carpa azul mostraba grandes remiendos plateados y en las noches titilaban como estrellas con las luces de las guirnaldas. Iba de pueblo en pueblo, sobre un carromato tirado por seis caballos percherones, que de tanto andar por pésimos caminos empedrados, tenían los cascos carcomidos, sin que las herraduras lo pudieran evitar. Tenía además una jaula grande y una pequeña que en cada traslado iban encimadas para ahorrar los costos del camión que contrataban para remolcarlas en cada lugar. Pero, a decir verdad, era un con-trato ya que el dueño del circo localizaba al propietario de un camión y le proponía el traslado a cambio de entradas gratis para él, su familia, sus amigos y los que él quisiera.Se dice que muchas veces el dueño del camión vendía las entradas en pueblos vecinos y se encargaba de trasladar a las personas que no tenían medio propio. De modo que me parece, ganaba mucho más que el costo de remolcar dos jaulas. Mejor dicho, una jaula grande con la más pequeña encima.
Dentro de las jaulas iba un viejo león bizco, casi desdentado, y tres perritos cruza de cocker, que atraían por que bailaban no sólo valses, sino hasta malambo y lambada.
El león era el más visitado. El dueño decía que era Clarence, el león de la película Daktari, al que había comprado por poco dinero, salvándolo que sea desollado para usar su cuero y su melena como adorno de salón. Cabe aclarar que los animales iban cada uno en la jaula correspondiente: en la grande el león, en la chica los tres perritos.
Los caballos también tenían un lugar destacado en la programación. Entraban de a dos a la pista, bien lavados y cepillados, con pompones de colores y cascabeles en el cuello, elegantísimos con sus chalecos de hule rojos, amarillos y azules. Trotaban alrededor de la pista, saludaban doblando la rodilla y sacudiendo los cascabeles, que era su manera de agradecer los aplausos. Dicen que en funciones anteriores, en otros pueblos, había una equilibrista que bailaba sobre el lomo de los caballos al ritmo de la música. Pero un día los caballos se espantaron con el estallido de un petardo que lanzaron desde afuera los muchachos que no pudierion entrar por que no tenían entradas, y la chica se cayó, se fracturó una pierna y nunca más pudo actuar. Ahora cose y limpia los chalecos de los caballos, nada más.
Lo más curioso sucedió con el león y para mejor suerte del dueño, se hizo famoso en toda la región. Dicen que como era muy viejo,Clarence, el león,se ensuciaba la melena cuando comía, por lo que debían lavarlo antes de cada función. Como el pelo estaba tan engrasado, lo enjabonaban, lo enjabonaban hasta quedar limpio y brillante. Cuando salía a la pista su melena resplandecía como un sol alrededor de la cabeza. Pero sucedió que con tanto cepillo y jabón se fue desgastando, achicándose de modo alarmante, y lo que es peor, comenzó a arrugarse por tanta humedad que recibía, que no hubo forma de frenar esa situación. Al comienzo el público no se dió cuenta, pero después ya no se podía ocultar su pequeña estructura y las arrugas. La equilibrista dió una solución a medias, confeccionándole un chaleco como a los caballos, lo que disimuló bastante la piel achucharrada del lomo. Pocos meses después el chaleco le fue quedando grande, por que el león se encogía, se encogía. El dueño del circo, muy preocupado, decidió retirarlo del espectáculo hasta encontrar una solución. Cuando se fueron de ese pueblo, la gente se sorprendió al ver en la jaula grande a los tres perritos y en la pequeña al león.
Cuando llegaron al próximo destino, el león se había achicado tanto que parecia un semi-caniche. Pero por ser tan viejo ya no podía aprender a bailar como los perritos, así que hubo que buscar una tarea que pueda desarrollar, por que estar en el circo comiendo gratis no se puede.El dueño lo quería mucho, así que tampoco lo iba a desollar. Una noche se reunieron todos los que vivían en el circo y se les ocurrió una idea exitosa. Como estaban cerca de la ciudad, llevaron el león al canal de tv para una entrevista al aire. No sé cuantos millones de personas vieron el programa y mandaron miles de mensajes de texto, de llamadas telefónicas, pidiéndolo al león. El dueño no quería saber nada de cambiarlo por otro león joven, por una carpa nueva, por una equilibrista con las piernas sanas y tantas propuestas que siguió recibiendo.El lo tenía dentro de una maceta con geranios y helechos, donde el leoncito era feliz por que recordaba la selva donde había nacido.
Desde ese día, el número más esperado era el final a toda orquesta, donde en un carrito tirado por los tres perritos ataviados con chalecos de lentejuelas, iba el pequeño Clarence en su selva de fantasías y sueños, como todo lo que muestra la magia del circo.

1 comentario:

  1. "y sobre todo, ya no andan nunca más dentro de una jaula estrecha (...)

    un sueño :P
    abrazo "de oso" :P

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